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domingo, 30 de junio de 2019

TRABAJO Y DISCAPACIDAD; MODELO CENTRO ESPECIAL DE EMPLEO; CONTROVERSIA PERVERSA SIN VS CON ÁNIMO DE LUCRO.

Nos toca hoy salir al paso de un tema de infinita controversia que afectará de manera definitiva al modelo Centro Especial de Empleo que ofrece posibilidades reales de empleo a unas 100.000 personas con discapacidad en España.

Para centrar el asunto hay que exponer varios conceptos previos.


  1.    .   El trabajo es un derecho constitucional sin letra pequeña. En ningún momento ni bajo ninguna condición, se establecen excepciones. Es por consiguiente obligación del Estado, ofrecer opciones reales de empleo para toda la población.
  2.        Para las personas con discapacidad, el empleo absolutamente normalizado es un mito. En la empresa convencional nadie los quiere.
  3.      .    Existen dos modelos de empleo diseñados específicamente para personas con discapacidad.
a.       EMPLEO CON APOYOS, que requiere que una empresa convencional desarrolle ciertas estructuras específicas para este fin.
b.      EMPLEO PROTEGIDO, que establece un modelo de empresa especialmente concebida para emplear a personas con discapacidad. CENTRO ESPECIAL DE EMPLEO.

4.       Hay que admitir que el hecho de que pueda existir algún ejemplo loable y admirable, en ambos modelos, cuyo funcionamiento se pueda calificar como éxito rotundo, no pasa de la mera anécdota, cuya realidad quedará en el ámbito del medallero, sin efecto alguno en las cifras oficiales de empleo. Ambos modelos y todos sus ejemplos tienen luces y sombras sobre las que intentaremos hacer las suficientes aclaraciones.

En este momento se discute acaloradamente sobre el modelo Centro Especial de Empleo. No es de actualidad ni noticia el Empleo con Apoyo por la sencilla razón de que no ha dado el salto a mentideros económicos ya que su dimensión es irrelevante. La  empresa que asume este modelo,  lo hace en el área de Responsabilidad Social Corporativa, contabilizado como gasto en imagen y no como coste laboral. Por otra parte el número de empleos generado de este modo y el montante económico del esfuerzo total realizado, es estadísticamente despreciable. Como consecuencia de lo cual, este modelo está en fase de infinita discusión iniciática.

Se podría hablar de definición del modelo, se podría poner a pensar a los elementos patronales que generan empleo, se les podría plantear el problema para que ellos fueran los que determinaran las condiciones para que este modelo les fuera de interés y que ellos fueran, en colaboración con los órganos representantes de la discapacidad, los que diseñaran un modelo de éxito. Esto solo requeriría de la primera condición, imprescindible en cualquier proyecto, INTERÉS.

El modelo Centro Especial de Empleo está en una situación bien distinta, por motivos incontrolables de manera oficial, ha llegado a instalarse en los mentideros económicos, ya no es una anécdota, sino que representa una entramado económico significativo, constituido por miles de empresas con decenas de miles de empleos y una contribución de varios puntos a la economía del país. Curiosamente, un modelo diseñado hace casi 50 años y que no se ha retocado desde entonces, y que fue definido con visión anecdótica, ha traspasado dicho ámbito y se ha instaurado en la economía oficial.

Las administraciones públicas competentes de este país nos tienen acostumbrados a acometer ciertas disfunciones de la manera más pintoresca y extravagante posible, sin entrar en la auténtica causa o esencia del problema. Me explicaré con un ejemplo reciente que, aun no aportando sobre el tema que nos ocupa, ilustra ampliamente. Recientemente el Tribunal Supremo desmantela el sistema de becas del País Vasco por el curioso motivo de que al ser ampliamente superior al del resto del Estado, atenta contra el sagrado principio de la igualdad de oportunidades. Parece que no se le ha ocurrido a nadie, discutir si el sistema de becas general es mejorable, retocable, o simplemente razonable. Parece que lo justo es establecer tabla rasa al nivel más pobre. Probablemente mi opinión al respecto sea delito en si mismo, pero tengo que decirlo. ¡Vaya gilipoyez!

Al hilo de este ejemplo, veamos cómo se establece una controversia respecto al modelo CEE, sin entrar en la esencia del mismo, poniendo sobre la mesa argumentos políticamente correctos, que hacen pensar al común de los mortales (que no dominan la cuestión en detalle) que la postura oficial está cargada de razón.

El modelo Centro Especial de Empleo se definió en 1982 en un apartado de la LISMI, aún no derogada, aunque si sometida a varios procesos de corta y pega que actualmente incluyen esta misma definición en un compendio de normas llamado Texto Refundido….Donde se establecen unas pocas condiciones que, evidentemente deben retocarse ya que se han mostrado claramente insuficientes o inadecuadas. Ante las insistentes voces que reclaman la redefinición del modelo, la respuesta oficial es evitar entrar en la esencia del problema, modificando normas diferentes que afectan de manera indirecta la situación de los CEE, alterando la esencia del modelo, en favor de intereses no suficientemente explícitos, aportando razones inadecuadas o perversas, explicadas de manera torcida. Conseguir los objetivos de estas acciones, definiendo con precisión los motivos reales, sería tan políticamente incorrecto que generaría oleadas de protestas desde todos los ámbitos de la población.

Seamos más claros. El modelo CEE define ayudas a la creación y mantenimiento del empleo de personas con discapacidad. Esto no parece que requiera mucha justificación, pues es fácil concebir que la discapacidad del trabajador provoca una disminución en la productividad que parece obvio compensar económicamente. El estado asume esta compensación con un esfuerzo económico no previsto en el diseño de algo anecdótico, que ha llegado a ser presupuestariamente excesivo, dada la proliferación de CEE´s. A pesar de lo cual la tasa de empleabilidad de personas con discapacidad en España está 40 puntos por debajo de la del resto de la población.

Ahora viene lo pintoresco, estrafalario o perverso. La solución de este problema principalmente presupuestario, se acomete desde este punto de vista simple pero claro: No hay dinero para todos; establezcamos condiciones o prioridades; dejémonos aconsejar por entidades solventes; vendamoslo bien vendido, porque de lo contrario nos encontraremos con reacciones adversas, publicidad mala.

Cuando se presupuesta insuficientemente y a sabiendas una partida económica, se desencadena un proceso bien conocido que podríamos llamar “Cumpleaños infradotado”. Invite usted a los 10 mejores amigos de su hijo al cumple y ponga solo siete pasteles, la pelotera es inmediata y segura, no solo cuatro de los invitados se quedan sin pastel, sino que, con suerte, en la refriega, sólo se escalfarán otros tres pasteles, con lo que serán siete los invitados que ayunarán y se irán para casa enfurruñados.

Llevado al caso que nos ocupa, si no hay presupuesto para subvencionar a todos de acuerdo con la legislación vigente, hay que establecer a quién sí y a quien no. Para ello nada mejor que dividir los CEE en buenos y malos o prioritarios y no prioritarios, y para ello hay que aportar argumentos vendibles. El hecho de que sean reales, imaginarios, legítimos o perversos carece de relevancia, se trata de que superen el juicio de la opinión pública sin reparos y nada como cargar las tintas en el dinero, para motivar al vulgo. Convence a alguien de que por la vía de sus impuestos, se favorece a los ricos y ya tenemos casi todo el camino recorrido.

Con estos mimbres, se acuerda de manera tácita o explícita, por los poderes representantes del Estado y los más potentes de la Discapacidad, catalogar a los CEE en virtud de su ánimo o no de lucro. Sabido es que solo la mención de que se pudiera ganar dinero participando en un tinglado en el que las subvenciones son significativas, incluso ganar mucho dinero, produce la misma repugnancia en la sensible opinión pública, como que se pueda ganar dinero con el esfuerzo de la clase trabajadora. La garantía de aceptación pública evita tener que entrar en discusión y por tanto aportar argumentos rigurosos. El apoyo de los partícipes mayoritarios, garantiza el sosiego de los afectados.

Todo estaría bien, si no fuera porque es mentira, es el modelo CEE el que hay que retocar y para ello no hay más remedio que ir a la esencia del problema. El modelo no se ha establecido para ganar o no ganar dinero, esta circunstancia está completamente legitimada en nuestro modelo de sociedad, puede que admitiera discusión en Cuba o Corea del Norte, pero no aquí. La auténtica clave de la cuestión es si el modelo CEE cumple la función para la que se ha creado, o replica la situación de las empresas convencionales que no quieren ni ver a las personas con discapacidad. Los que defendemos a las personas con discapacidad, sabemos que dentro de la discapacidad hay personas especialmente afectadas que sufren discriminación laboral dentro del propio entorno de la discapacidad. Concretamente: Personas con discapacidad Intelectual, enfermos mentales y personas con grandes discapacidades físicas. Los que defendemos a las personas con discapacidad, no podemos asumir un modelo de empresa que, bajo el pretexto de la discriminación laboral que sufren las personas con discapacidad, discriminen ellas mismas a las personas con más discapacidad, este modelo sólo replica el modelo de empresa convencional y el baremo  CEE, no las legitima.

Nos encontramos con gran parte del entorno de la discapacidad que en armonía con estamentos oficiales, declaran  malos los CEE que cumpliendo estrictamente las reglas de juego, son de iniciativa privada frente a los que cumpliendo también las reglas de juego, provienen de iniciativa social, como si el problema de empleabilidad de las personas con discapacidad fuera la intención económica de su empleador.

Todo el entorno de la discapacidad tanto en España como en todo el mundo civilizado defiende el paradigma “Toda persona es singular y diferente; toda persona tiene idénticos derechos y obligaciones”. En asuntos laborales no se invoca el paradigma, negándose abierta y violentamente a que se apliquen criterios individuales a cada trabajador. Se criminaliza a quien participa del modelo con iniciativa privada, exponiendo su patrimonio, economía y bienestar, ofertando opciones laborales reales a personas con discapacidad, pero no se criminaliza, ni siquiera se menciona a quien desde una iniciativa social, replica los modelos discriminatorios para aquellas personas con especiales dificultades de empleabilidad. Aun más claro, un CEE que solo contrata personas con la discapacidad mínima subvencionable (33% de discapacidad que tiene la misma ayuda que otra del 50, 60 o 70%) será bueno o malo según su origen y no según su ejecutoria.¿Ridiculo, falso o perverso?

Recientemente hemos tenido la oportunidad de vivir en primera fila la gran batalla laboral de la discapacidad. El resultado de esta batalla, que aún está coleteando, marcará el futuro laboral de las personas con discapacidad, llevándonos a más de lo mismo o aportando aire fresco e ilusión a la discapacidad. Las negociaciones y firma del XV Convenio Colectivo de Centros y Servicios de Atención a Personas con Discapacidad. Hemos participado en un proceso en el que la clave del empleo en personas con discapacidad, ha pasado inadvertida para el gran público, pero ha supuesto un elemento de tremenda frustración para los que, de algún modo estamos vinculados e este asunto. En la parte referida a los CEE, la figura del operario con grandes necesidades de apoyo, solo ha sido defendida por la patronal AEDIS, que al final ha firmado el convenio en solitario, ante la negativa rotunda de otras patronales a admitir la figura de dicho operario.

Las claves son:


  •          La administración dota insuficientemente las ayudas a CEE, con lo que tenemos la pelotera “Cumple infradotado”
  •          Los CEE que no quieren ni ver a operarios con grandes necesidades de apoyo, ven perjudicados sus intereses, pues si no hay para todos y otros se llevan más, interpretan que a ellos les toca menos.
  •          Como no pueden defender públicamente que ellos también discriminan, derivan la cuestión a terceros, y ¿quién mejor que los que quieren ganar dinero? Si ellos son los que pierden, es posible que yo no pierda…
  •          La Administración competente, encantada de la vida, mientras se están peleando la cosa va bien, no existirá una reivindicación seria.
  •        Las patronales no firmantes del convenio, no dicen ni pío sobre la figura del operario con grandes necesidades de apoyo. Podría vérseles el plumero, aludiendo motivos diversos para justificar su desacuerdo.
  •          Las organizaciones defensoras de las personas con especiales necesidades, vemos como se escribe con renglones torcidos el futuro de estas personas con el beneplácito del resto del mundo.


PROPUESTA:

Dejemos de engañar, hablemos de empleo con franqueza. Definamos modelos donde el protagonista y destinatario sea la persona. Modelos realistas, dignos y eficaces tanto para empleo con apoyos como para empleo protegido. Sentemos en la mesa a todos los que puedan aportar algo desde todos los puntos de vista: Empresa, Administración, Discapacidad. Hagamos que se cumplan las reglas de juego, castiguemos a quien incumpla… y que Dios reparta suerte. Si ganas dinero en este juego, magnífico y si pierdes, cierra el tinglado; si te lucras, perfecto, y si reinviertes, mejor siempre que cumplas el objetivo de emplear personas con discapacidad y no discrimines.

Dejemos de buscar excusas en lugar de razones y argumentos, solucionemos este asunto ya. La clave no es el origen privado o social del CEE, la clave es si se contrata o no, a los que debido a su discapacidad son, en realidad, indeseables laborales (personas con discapacidad Intelectual, enfermedad mental o gran discapacidad física). Esta realidad la esconderán bajo cualquier tipo de excusa, aquellas patronales, centros u organizaciones que, de ser francas, no podrían mirar a la cara a la Discapacidad y tendrían un lugar muy distinto en la consideración pública.