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miércoles, 1 de abril de 2020

…Y LO PEOR ES QUE NO APRENDEREMOS NADA.

Soy un convencido de que se aprende más de los fracasos que de los éxitos, una de mis frases preferidas, seguro que las personas cercanas, me la han oído alguna vez es “…Si, pero ¿hemos aprendido algo?”. Creo que, si somos conscientes y nos tomamos algo de interés, siempre se puede sacar algo bueno incluso de la peor tragedia.

El puñetero COVID-19 nos está machacando de manera desconocida desde hace varios siglos cuando La Peste campaba en el mundo. No es momento de tirar piedras pues dudo que haya ni una sola persona en el mundo que esté libre de pecado, pero cuando esto pase, o al menos nos deje pensar con claridad, sería bueno reflexionar si hemos aprendido algo. Al decir “hemos” me refiero a todos y cada uno de nosotros, desde los dirigentes a todos los niveles hasta literalmente el último mono.

Cada una de las decisiones que se han tomado, dejado de tomar; los efectos que se hubieran podido o no prevenir y las consecuencias presentes y futuras aplican a nivel macro y microscópico. Me explico, se puede pensar que la deslocalización de la producción industrial que, evidentemente destruye los medios de producción locales, es fruto de decisiones de alto nivel cuya responsabilidad supera a responsables políticos y económicos locales y regionales, pero si vamos acercando la lupa vemos como el argumento “es más barato” que parece definitivo nos va empobreciendo a todos en lo físico, económico e incluso moral y ético.

Decisiones como ahorrar en investigación y desarrollo de comunicaciones, terminan en el dominio total de equipamientos chinos que, a través de un argumento económico, acceden al control absoluto del núcleo de comunicaciones a nivel mundial, con el inconveniente de que nadie sabe cómo funciona ni los entresijos internos que solo controla el fabricante sin capacidad de gestión independiente del cliente y usuario final. Ésta y no otra es la esencia del último conflicto comercial EEUU-China. El “Más barato” también ha destruido la industria española de equipamiento industrial o textil, lo  que impide el suministro masivo de material sanitario vital para responder a esta pandemia. La celebrada subasta de medicamentos andaluza que al grito de “más barato” ha paseado nuestra administración, además de un más que discutible éxito terapéutico, ha conseguido desmantelar la, antaño potente industria farmacéutica española, quedando a merced de los proveedores chinos de test rápidos cuya eficacia no requiere comentario.

Sigamos acercando la lupa hasta llegar a cada uno de nosotros de manera individual. Al grito de “más barato” elevamos a Amazon a nivel de monopolio mundial, estando cada vez más cerca el día en que cualquier intercambio comercial se realice utilizando como moneda la Unidad de Cuentas de Amazon, a fin de cuentas si solo hay un proveedor ¿Qué más da? La destrucción del pequeño y mediano comercio y suministrador local y regional, pasará la inevitable factura, es solo cuestión de tiempo.

La clave de todo esto es que las decisiones que tomemos, aparentemente intrascendentes o triviales, tienen consecuencias muy serias. El inconveniente, es que lamentablemente los dirigentes sean locales, regionales, nacionales o mundiales, no aprenden, tienen un ciclo de vida muy limitado, 4 o como mucho 8 años. Éste es su futuro, ahora mismo estarán pensando que esto no se va a repetir en mi periodo de vida útil, como consecuencia de lo cual carece de importancia cualquier toma de decisión cuyos efectos apliquen más allá. El problema que tenemos los ciudadanos de a pie, es que nuestro periodo de vida útil es mucho mayor y nuestras decisiones individuales tienen mayor trascendencia y podemos y debemos aprender.

El día en que compremos el pan en Internet, habremos firmado la sentencia de muerte de las panaderías de barrio, el día en que compremos los perecederos por Internet condenaremos las tiendas de barrio, las mismas tiendas que hoy están llevando al domicilio de quien no puede salir los productos de primerísima necesidad, de la misma manera que ya hemos destruido industrias que podrían haber suministrado con garantías los elementos sanitarios vitales, aunque “Un poco menos BARATO”.

La pregunta  es: ¿Merece la pena mantener estructuras estratégicamente vitales, aunque sean un poco MENOS BARATAS?

La respuesta es: EVIDENTEMENTE SI.

La conclusión: Esto es tarea individual de cada uno de nosotros porque nosotros podemos aprender, los políticos no lo van a hacer.

Por último vamos a leer el futuro: Hay diversas emergencias predecibles, digamos: Cambio climático, superpoblación, estallido migratorio, guerras totales…

Difícilmente se podrá machacar más sobre el cambio climático, pues bien, llegará un día en que no se pueda vivir y el político de turno dirá “Estamos ante una crisis impredecible ¿Y ahora qué hacemos?...No habremos aprendido nada…