Solo se celebran
días internacionales para conmemorar causas perdidas. Se trata de una excusa
para montar un tinglado popular que muestre claramente el interés de los
poderes públicos y la sociedad en su conjunto por la causa homenajeada.
Casi siempre se
consigue juntar a bastantes ciudadanos de buena voluntad y a buen número de
implicados personalmente en la causa objeto de la conmemoración. Todos ellos,
acompañados de los políticos de turno y en ambiente festivo, pronuncian
discursos y se reparten distinciones, premios e infinitos buenos deseos.El estallido festivo
justifica el olvido cotidiano de esta causa que nadie recordará cuando pase
este día.
Hoy nos toca a las
personas con discapacidad, mañana será cualquier otro colectivo olvidado a su
suerte por unos dirigentes desbordados por el día a día y preocupados, sobre
todo por conceder cualquier deseo, razonable o no, a quien es capaz de exigirlo
con tal potencia y determinación que pueda alterar el sosiego social. Así nos
encontramos colectivos, a los que particularmente admiro, que consiguen aquello
que reivindican no por tener razón en reclamarlo, sino por hacerlo de un modo
tan rotundo y definitivo. Éstos nunca tendrán un día internacional reservado.
Vayamos a la
Discapacidad, causa perdida que se conmemora hoy. No habría nada que conmemorar
en nuestro país si se cumplieran las leyes, si en vez de tanto discurso y
declaración de intenciones políticas, los que mandan, tuvieran en realidad
intención de cumplir las leyes que tienen obligación de cumplir y hacer
cumplir.
Los derechos de las
personas con discapacidad están reconocidos por todas las declaraciones,
códigos, leyes, reglamentos y normas. Existe infinita y excelente documentación
al respecto, firmada por todos los jefes
y presidentes imaginables, pero no hay intención de cumplirlas.
¿Qué ocurriría si
las personas con discapacidad reclamaran el cumplimiento estricto de toda la
normativa y legislación vigente? ¿Qué pasaría si lo hicieran de manera rotunda
y definitiva? Pues la voluntad política aparecería por arte de magia,
aparecerían los recursos necesarios y los derechos de las personas con
discapacidad pasarían, de ser declaraciones fastuosas, a ser una realidad.
En ese momento
quedaría vacante el día internacional de la Discapacidad. ¿Se imaginan el día
internacional de la Banca, de las Eléctricas, de las Petroleras, de los Políticos, etc….?
Pido un favor, a
quien reparta los días internacionales. Guárdese su día de la Discapacidad, no
lo queremos.
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